martes, 18 de mayo de 2010

El laicismo y la dignidad humana.

El laicismo y la dignidad humana.

“Los filósofos no han hecho más que observar el mundo, se trata de transformarlo”.[1]
Que somos los nadie... y entre todos nadie somos...
Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba. (Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.)
[2]

Francisco J. Laporte Derves
Introducción:

Quisiera partir por explicar cómo se entiende hoy, a la luz de los nuevos paradigmas científicos, la adquisición del conocimiento; es decir cómo se entiende hoy la forma en que el ser humano se representa el universo donde debe actuar y cómo lo concibe para actuar en consecuencia.
Hasta hace poco, predominó entre los científicos (predomina aún entre nosotros), la concepción cartesiana del conocer, es decir, un conocer lineal que se concebía y se concibe, como un imputs y un consecuente outputs digital. El hombre es impactado por el entorno a través de sus sentidos, su cerebro procesa esta información y decide cuál será la respuesta que debe dar. Así, si un cerebro es más eficiente para procesar esas respuestas, las respuestas son más eficientes. Es decir, la “inteligencia cartesiana” juega un rol predominante en esas respuestas. Eso lleva a pensar que hay seres humanos con un cerebro más apto para competir en el mundo y otros con cerebros menos aptos. Basta con ingeniárselas para desarrollar un cerebro disciplinado en cierto procesamiento, para que todos den la respuesta adecuada, que es la misma respuesta a todo; por lo tanto es la respuesta colectivamente considerada correcta.
Se parte del supuesto que existe una única realidad en la que hay un solo actuar correcto. Quienes, teniendo una percepción distinta de esa realidad y un actuar consecuente con esa percepción, son excepciones rayanas en la insanía cerebral que los conduce al error.
Los que dan las respuestas correctas son los adaptados al “mundo real” (y ganan) y los que dan respuestas incorrectas son los inadaptados, viven en un mundo irreal (y pierden). El esclavo, el pobre, el trabajador asalariado, el empresario, el rico, el religioso, el soldado, viven en su realidad, y como ésta es única, no la pueden transformar. La mujer, el homosexual, el soñador, el poeta, el mal alumno, el “desordenado” (“el que no se ordena”); los homosexuales, las “mujeres públicas”, los viciosos de todo tipo, los delincuentes, el líder social, el político extrasistémico, el líder sindical, en fin todos los “raros”, cuando llegan a la conclusión que esa realidad oficial, puede ser cambiada; la “subvierten” y se transforman en una amenaza al orden establecido, un “raro”, cuyo actuar la sociedad tiene que evitar: ignorándolo, descalificando su pensamiento como marginal, o castigándolo.
Hoy las investigaciones modernas proponen un nuevo paradigma basado en la concepción biosistémica, cambiando la concepción del mundo real desde el “orden universal” al mundo del caos universal. Lo que ha venido a comprobar que la realidad de los “raros” sí tiene el mismo valor que la de los que concuerdan con el pensamiento “correcto” del centro del poder.[3]
Según Francisco Varela, biólogo chileno, lo que ocurre con el conocer no es un simple captar el medio fuera de sí y actuar en consecuencia; sino que al ingresar la información por los sentidos (1% para la impresión retinal), en el cerebro se produce una reacción neuronal simultánea y generalizada, que interpreta el imputs generado en el exterior, desde un múltiple y azaroso proceso hacia la concepción final del objeto real. “...de la cooperatividad presuponemos, sobre todo, operaciones simultáneas que transcurren paralelamente y esto es algo que una computadora no hace jamás”[4]. Es decir, la realidad se construye en el cerebro humano sistémicamente, de acuerdo con las coordenadas que constituyeron el cerebro a partir de las experiencias personales de cada historia de vida. No es inteligente sólo el que se adapta mejor al statu quo, sino que también el que cuestiona críticamente ese statu quo, y lo adapta a su propia concepción de la realidad para actuar en consecuencia a su propio ser.
Es el sistema neuronal, y no linealmente la información de una célula a la otra, la que produce el conocimiento. Hay tantas realidades como individuos que perciben el mundo externo, tantas realidades como sistemas reticulares de neuronas y sinapsis en constante producción de realidades, existen.
Desde el paradigma cartesiano, es posible uniformar el pensamiento, es cuestión de utilizar algunos medios de información que obligue a los seres humanos a considerar una sola verdad o atenerse a las consecuencias de la desobediencia. Desde el inicio de la sociedad de clases, en que unos se arrogaron el “saber único” para dominar a los otros, se utilizaron métodos de inducción del conocimiento de la realidad como el “misterio de los actos del shamán”, el convencer a los demás que ese shaman era el médium entre lo conocido y lo desconocido, el sacerdote que en la intimidad del templo recopiló todo el conocimiento escrito, el temor a Dios, la divinidad de la investidura del poder, la prensa que asegura tener acceso a la información y a su entrega fidedigna (“somos independientes, independientes de verdad”[5]), en fin todo el sistema de información y desinformación que todos conocemos. Al mismo tiempo que el uso de la religión, se comienza a utilizar la educación como forma de domesticación del hombre por el hombre, y, si no, por último, el terror producto de la acumulación de las armas en determinado sector societal (¿Quién podrá oponerse a la verdad predicada por una bomba atómica después de Hiroshima y Nagasaki o por los aviones “invisibles” que bombardean a diario a Afganistán e Irak?¿Quién podrá discutir la verdad revelada del Papa?¿Quién podría, por ventura, oponerse al “prestigio informativo” de la CNN o El Mercurio?[6]¿Quién podrá, sin ser condenado, a oponerse a la autoridad informativa de la escuela tradicional?). Quien no tiene acceso al poder, tampoco tiene acceso a la libertad para interpretar el mundo a partir de su propia condición de ser humano. A la libertad se opone la alienación.
EL LAICISMO.

Según Freud -y le creemos- Schiller escribe a Körner: “en los cerebros creadores sospecho que la razón ha retirado su vigilancia de la puerta de entrada, deja que las ideas se precipiten pêle-mêle al interior, y entonces es cuando advierte y examina el considerable montón que han formado”[7].

Laicismo como lo entendemos es una condición de la sociedad que prescinde de la concentración del poder en cualquier agencia (estado, iglesia, escuela, prensa, ejército, etc.) poniéndolo bajo el control colectivo. Es negarle al estado la verdad absoluta y el derecho a imponerla a todos y todas.

“Por laicismo hay que entender, por una parte: La voluntad de construir una sociedad justa, progresista y fraternal, dotada de instituciones públicas imparciales, garantes de la dignidad de la persona y de los derechos humanos, asegurando a cada uno la libertad de pensamiento y de expresión, así como la igualdad de todos delante de la ley, sin distinción de sexo, de origen, de cultura y de convicción y considerando que las opciones confesionales o no-confesionales corresponden exclusivamente a la esfera privada de las personas; y por otra parte: La elaboración personal de una concepción de la vida que se funde sobre la base de la experiencia humana, con exclusión de toda referencia confesional, dogmática o sobrenatural, lo que implica la adhesión a los valores del libre examen, la emancipación respecto a toda forma de condicionamiento y el imperativo de una ciudadanía completa y justa.”[8]
El laicismo hace entonces, referencia a valores profundamente democráticos, que permiten la existencia de un estado que renuncia a la coacción ideológica sobre las personas y las deja libres para expresar su propia concepción del mundo; entendiendo que la diversidad es propia de la condición humana y que, de su debate y comprensión, nace la posibilidad del progreso y de la aprehensión del mundo en su inmensa diversidad. Sin embargo, no basta que logremos un estado laico en el sentido extenso que se plantea aquí, para que tal estado se haga realidad, es necesario que el hombre mismo, como individuo, sea capaz de reconocer, aceptar y defender la posibilidad de tal diversidad, como condición sine qua non es posible la humanidad del futuro.
Un estado laico deberá velar porque poder del centro hegemónico de la sociedad no pueda predominar sobre las personas y su derecho a la libertad de constituirse como tales personas. Por otro lado, toda persona debe actuar de modo que impida que ningún centro de poder pueda constituirse y pervertir el estado laico. Ninguna clase, ninguna persona, so pretexto de la representación social que se atribuyen por el mero hecho de obtener mayorías, espurias en tanto se concretan en el proceso de alienación, tiene el derecho a imponer a otros su única visión del mundo.
Desde la escuela en la que aprendemos “lo que nos enseñan los profesores”, es decir la realidad única, “la verdad”, nos transforman en seres conformistas con el stablishmernt; esa escuela oficial, del pensamiento oficial, es la que hay que transformar en una escuela de la libertad. Desde una iglesia (o iglesias) oficial que condena en el más allá al pecador que hace cosas distintas a las permitidas en leyes divinas y humanas; es la que hay que transformar en un iglesia capaz de congregar a los creyente y no creyentes, en un accionar tendientes a la prolongación posible de la vida. Desde un estado resultado de las concepciones únicas nacidas del poder, a un estado democrático, capaz de contener a todos y todas en una libre interrelación inclusiva e inclusora fundada en la “fraternidad más profunda”, en el que el poder sea universalizado y socializado en el conjunto societal.

Las condiciones para conservar la dignidad del hombre,[9] que debe practicar el hombre laico, verdaderamente, no sólo decirlas, son las siguientes:[10]
EL LIBRE EXAMEN:
La alienación es un concepto que caracteriza tanto el proceso como los resultados de transformar, en determinadas condiciones históricas, los productos de la actividad humana y de la sociedad (productos del trabajo, dinero, relaciones sociales, etc.), así como las propiedades y aptitudes del hombre, en algo independiente de ellos mismos y que domina sobre ellos. Existen cuatro tipos de alienación mediante los cuales el individuo o una colectividad transforman su conciencia hasta hacerla contradictoria con lo que debía esperarse de su condición:
Religiosa: resignación, justificación capitalista; la dominación religiosa y consagración a un dogma, y según su teoría frustra el desarrollo de la individualización de la conciencia humana.
Política: pertenecemos al Estado. No todos somos iguales ante la ley. O, contractualmente aceptamos que "unos sean más iguales que otros".
Económica: el trabajo nos esclaviza, el hombre se convierte en mercadería, el producto que creamos no nos pertenece (es algo ajeno a nosotros).
Consumista: Solo compramos lo que la publicidad dicta. Con técnicas subliminales y sugestivas terminamos identificando nuestra libertad y voluntad con el consumo de determinados productos y servicios.[11]
Entendemos por libre examen la capacidad de los hombres para prescindir de las verdades reveladas y concretar en la práctica de la construcción continua y permanente del convivir, las verdades colectivas de la sociedad. Es la concienciación, la toma de conciencia de sí y para sí del hombre libre; es la toma de conciencia del mundo externo como sistema, del que uno mismo es parte determinante, integrante, inclusiva.
El dogmático tiende a extender “la verdad” a todos, para que todos se transformen en el espacio social en el que él mismo sea posible. De ese modo el distinto se niega a sí mismo para afirmarlo a él, como tal ser dogmático. Mas al negar al otro se niega a sí mismo, pues la existencia de uno tal como es, depende de la existencia del otro; por lo tanto transforma el dogma “mundo real” en una realidad imposible que conduce a su autodestrucción. Si no existe el otro, ¿cómo existe uno? Esta actitud introduce entropía social, por lo que acabamos en el desorden permanente, de la infelicidad de todos. Ese paradigma constituye el escenario social en que los supuestamente exitosos, que terminan temiendo que los ignaros del conocimiento birlado, tomen conciencia de su condición y lleven ese escenario ajeno a su estado natural de caos. El dogmático introduce entropía al desconocer el origen científico del mundo en una constante caótica, niega su propio orden para conducir al caos.
El hombre libre, en cambio, es quien acepta la existencia de la otredad, pues existiendo el otro existe uno; uno es en tanto los otros son. El dogmático es un alienado, el librepensador es un hombre libre.
El hombre libre introduce sinergia al ser social, orden libertario al reconocer la condición natural del mundo social y natural; y lo aleja del caos en tanto el orden nace de la relación práctica de todas las concepciones, de todos los seres humanos, conviviendo en su diversidad.
EL RECHAZO A LA EXCLUSIÓN.
“La utopía laica (del griego "laicos", del pueblo) es la aspiración universal, la conquista del saber y del poder por el "laos" (en el sentido global de pueblo, incluyendo hombres y mujeres, niños y niñas, de hombres libres o esclavos, de ex-ciudadanos o de bárbaros)”[12].
Si entendemos al ser humano como parte constituyente del sistema universo. Es decir, el conjunto de elementos que dentro de la existencia se interrelacionan, dependiendo su ser de la existencia de los otros seres y de la de éstos de la existencia de cada unidad que lo constituye y de la propia totalidad. Cualesquiera de los órganos de un ser viviente, contribuye a la vida del resto de los órganos de esa vida; pero, al mismo tiempo su vida depende de la existencia de los otros; cualquier falla de alguno de los órganos compromete la existencia del todo. La existencia del universo que creamos a diario con nuestra actividad, depende de nuestra existencia; pero, nuestra existencia depende de la existencia de ese universo.

¿Cómo impedir la existencia de los otros? ¿Cómo negar al otro, humano o no, ser viviente o no? ¿Que en nuestra constitución básica no es la partícula de energía que vaga locamente en el universo, la base de nuestra existencia? Es, en la medida que se juntan estas partículas que se van constituyendo moléculas, células, seres cada vez más complejos; y cuando estas partículas vuelven a su natural dispersión, el ser constituido por ellas, desaparece. Es lo eterno, vida y muerte, complejización y simplificación, fusión y fisión de cuerpos y energía en eterna interacción.
Para la existencia de la sociedad, el principio es el mismo: si excluimos a alguno, la formación mayor se desvanece pues le falta la riqueza de la diversidad. Construir una sociedad inclusiva e inclusora, entonces, es determinante para construir mundos humanos con perspectiva de futuro. El rechazo al otro, es la condenación de la sociedad a un permanente riesgo de disolución.
“La utopía laica es la aspiración de una sociedad humanista. Una sociedad donde el hombre sea el criterio último. Una sociedad "todos aceptados", "todos ciudadanos", "todos participantes", sin distinción social, sexual, cultural, filosófica o religiosa”[13].
LA TOLERANCIA.
La tolerancia nace pues, de esta condición de reconocer a “los otros como legítimos otros”[14]. No seremos tolerantes en la medida que no reconozcamos que la historia de vida de cada uno, siendo distinta, nos permite concebir mundos distintos tan válidos como el nuestro y que en ese conjunto de mundos tenemos cabida todos. Respetar al otro, entonces, significa respetarnos a nosotros mismos, reconocer en los otros el derecho a estar equivocados y vivir con esa equivocación, significa que nuestro vivir equivocado respecto a los otros, es posible.
El universo es dialéctico, de modo que sólo si confrontamos los contrarios podremos construir la síntesis universal.
Sin embargo, ser tolerante no significa, en modo alguno, renunciar a los propios mundos creados para resignarse a vivir en mundos creados por otros; sólo significa aceptar que de todos los mundos creados, incluso el nuestro, es posible construir el mundo diverso donde todos y todas podemos vivir y convivir, dando cuenta de nuestras propias historias personales en una síntesis histórica.
LA EMANCIPACIÓN Y RESPONSABILIDAD.
El hombre libre es aquel que es capaz de tomar conciencia de su condición de tal. Un hombre concienciado[15] es aquel que asume el universo que lo rodea como una entidad en la que debe vivir, existir; que su existencia es posible sólo si el universo que lo rodea es posible. Libre sólo porque toma conciencia de sí y practica esa libertad, sin hacerse responsable del mundo que lo circunda lo conduce necesariamente a su propia negación como tal hombre. La negación del mundo externo como vital para su propia existencia y la no concienciación de su propia existencia en ese mundo, conduce a la alienación; es decir, a la negación de sí mismo a su inexistencia.
La conciencia de sí, en sí y para sí, es condición básica de la vida en libertad[16]. El hombre libre sabe de donde proviene, cuál es su historia personal; quién es, cuál es su lugar en el mundo, cuáles son sus potencialidades, necesidades e intereses; y actúa en función de esas necesidades intereses y potencialidades poniéndolas al servicio de la libertad, sabiendo que su propia libertad depende de la sociedad que construya.
LA CONQUISTA DE LA CIUDADANÍA.
La ciudadanía se entiende como la capacidad de cada individuo para participar en la organización de su sociedad, agregando su propia concepción del mundo para construir una sociedad que incluya; no para imponer su visión del mundo, sino para contribuir con su propia individualidad a la construcción societal.
La responsabilidad por los otros es la base de conductas ciudadanas. Es decir, un ciudadano es consciente de que contribuye así, desde su mundo personal, a la construcción del mundo social, al que confluyen todas las otras percepciones de mundo en un síntesis que es la sociedad integrada e integral.
Es responsabilidad de un ciudadano, el marco jurídico, conductual, político en el que se desenvuelve la convivencia comunitaria; pero, sobre todo es de su responsabilidad la inclusión en ese diseño de sociedad de todas las visiones de mundo que coexisten.
LA DEMOCRACIA.
La democracia es el escenario social donde es posible la concreción del ciudadano. La democracia como la creación de una organización social, fundada en un estado que respete las individualidades, las diversidades y permita a todo ciudadano participar de los actos que conducen al grupo social hacia objetivos comunes de desarrollo.
La construcción de un estado basado en la distribución real del poder, es decir poner a disposición de todos y todas toda la información disponible para que tomen sus propias decisiones y conformen sus propias apuestas de vida, de modo que cada uno y una, tenga acceso a los satisfactores deseados desde su constructo vital, para resolver sus necesidades[17]. Un Estado en el que cada uno sea libre y se sienta incluido en la construcción cotidiana de sociedad. Un estado que permita la felicidad de todos y todas, no en función de la quimera de la riqueza y acceso sólo a bienes materiales, sino en función de la satisfacción de la escala de necesidades completa[18]. Un estado que conduzca a la sociedad por el camino del desarrollo, en un mundo posible, no sólo para unos pocos sino para el conjunto de la humanidad, presente y futura.
EL RESPETO A LA DIVERSIDAD.
Lo diverso es lo constitutivo del universo y, desde luego, del mundo social. Tener una disposición ética a la aceptación del otro, está a la base de la posibilidad de la propia aceptación. El otro es, fundamentalmente quien permite constituir nuestro propio yo. Si no existen los otros no existimos nosotros.
Reconocer y respetar la diversidad de seres humanos, a sus convicciones, a la forma en que conciben el universo y la forma en que se insertan en tal universo, es una condición básica para la existencia de una sociedad feliz.
LA SOLIDARIDAD.
Y a la base de todo constructo ético está la solidaridad. Sin la existencia de los otros, del mundo social y natural, no es posible la existencia propia, así es que está en el propio interés individual la posibilidad que el otro exista.
Sin embargo, hay que entender la solidaridad no sólo como una actitud de respuesta a los dolores del otro y su respectiva limosna para que supere el momento doloroso, sino como una actitud permanente de cooperación, para la construcción conjunta de un mundo mejor en el que él, ella, yo, nosotros y ellos puedan acceder a los mundos felices a que aspiran y aspiramos.
[19]
LA CRITICIDAD:
La actitud crítica es básica para conformación de un pensamiento propio y la toma de conciencia de nuestra condición de ser y de la del mundo externo a nosotros.
El cerebro enajenado se puede liberar en la medida que se tome conciencia de ese condicionamiento que produce el poder concentrado. En cuanto miremos críticamente el mundo en que existimos, comprobando el modo de como llegamos a saber lo que sabemos, del modo de cómo accedemos al conocimiento, tenemos la posibilidad de liberarnos y crear nuestros propios mundos, teniendo en cuenta que esa creación individual no podrá ser un mundo real si no se constituye en una creación colectiva, comunitaria (en el sentido cristiano de comunión)..
Tomar conciencia de esta condición de ser, es la base de la libertad para construir una sociedad de hermanos iguales y diversos, incluidos e inclusores.
Conclusión:
El Laico, entonces, desde mi particular punto de vista, debe ser un luchador incansable por la libertad del ser humano, por la eliminación de la sociedad exclusora, por la igualdad de derechos, por la justicia, por la socialización del poder o empoderamiento de los excluidos. Y eso es una tarea ardua que, empero, debemos emprender hoy, haciendo lo que hay que hacer: tomando conciencia hoy de lo que queremos ser, tomar la decisión de hacerlo, y hacerlo.
El laico no puede prescindir de la política como arte de construcción de sociedad democrática donde se termina la alienación del ser humano. No es éticamente aceptable que se deje someter al criterio de la concentración del poder. Sin un actuar crítico, con acceso a la información libremente adquirida, sin tener una concepción de futuro de la sociedad, y sin tener la osadía de intentar concretarlas, no es posible ser un ser humano completo.
Pero no se agota la misión del hombre libre en el trabajo del sobre sí mismo. La labor trascendente del hombre libre es liberar a los demás de su alienación. Trabajar por la liberación, es trabajar por el desarrollo de una conciencia crítica que aspire a considerar la información cabal, la procese y actúe en función de crear el mundo propio, libre de la tutela del poder. Es, como hoy se llama, “empoderar” al alienado y permitirle liberarse para participar del poder, de la economía, de la política, de la sociedad.
En fin, en mi modesta opinión, todo consiste en crear el espacio en el que cotidianamente hacemos los esfuerzos para constituirnos en creadores de una sociedad laica, libre, igualitaria, fraternal, contenedoras de las más diversas concepciones del universo, posibilitadoras de un mundo posible, en tanto defensoras de la bioesfera como única condición que posibilita el futuro de la humanidad.
Bibliografía:
1. Carlos Marx en las Tesis sobre Feuerbach.
2. Carlos Marx El Capital.
3. Pelayo García Sierra. Diccionario filosófico. Manual de materialismo filosófico. Una introducción analítica. Revisado por Gustavo Bueno Biblioteca Filosofía en español http://www.filosofia.org/filomat/index.htm
4. Leopoldo Artiles, Clases de. “Relación entre el DH y otros conceptos asociados al desarrollo. Conceptos importados de la teoría política: democracia, gobernabilidad, participación, capital social, sociedad civil ODH/PNUD 2005”. Presentación en Diplomado de Desarrollo Humano
5. Amartya Sen, 1999. “Construcción del concepto de desarrollo humano”
6. Paulo Freire. “La educación como práctica de la Libertad”.
Manfred Max Neef “Economía a Escala Humana”.
http://www.patriaparatodos.com/index.php?option=com_remository&Itemid=2&func=fileinfo&id=16
7. Humberto Maturana. “La realidad: ¿Objetiva o construida?” Universidad Iberoamericana. México.
8. Manuel Ángel Vázquez Medel “LA PRENSA ESCRITA Y LA CONSTRUCCION SOCIAL DE LA REALIDAD” Universidad de Sevilla http://www.cica.es/aliens/gittcus/licsr.htm
10. Vladimir Ilich Ulianov (Lenin). “El Estado y la Revolución”.
11. Francisco Varela y Humberto Maturana «De Máquinas y Seres Vivos: Una teoría sobre la organización biológica». Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1973.
12. Francisco Varela y Humberto Maturana «El Árbol del Conocimiento: Las bases biológicas del entendimiento humano». Editorial Universitaria, Santiago, 1985.
13. Francisco Varela Ética y Acción. Editorial Dolmen, Santiago de Chile, 1996.
14. Francisco Varela “Un puente para dos miradas. Conversaciones con el Dalai Lama sobre las ciencias de la mente” Editada con Jeremy Hayward. Editorial Dolmen, Santiago de Chile, 1997
15. Francisco Varela “Dormir, Soñar, Morir. Nuevas conversaciones con el Dalai Lama”. Editorial Dolmen, Santiago de Chile, 1999
16. Francisco Varela “El Fenómeno de la Vida”. Editorial Dolmen, Santiago de Chile, 2000.
Notas:
[1] Carlos Marx en las Tesis sobre Feuerbach.
[2] Extraído de "El Libro de los abrazos" de Eduardo Galeano. http://psicosocialantofagasta.blogspot.com/2009/02/los-nadie-de-eduardo-galeano.html
[3] LA PRENSA ESCRITA Y LA CONSTRUCCION SOCIAL DE LA REALIDAD Manuel Ángel Vázquez Medel Universidad de Sevilla http://www.cica.es/aliens/gittcus/licsr.htm
[4] Francisco Varela.
[5] Slogan de Radio Bío-Bío.
[6] LA PRENSA ESCRITA Y LA CONSTRUCCION SOCIAL DE LA REALIDAD Manuel Ángel Vázquez Medel Universidad de Sevilla http://www.cica.es/aliens/gittcus/licsr.htm
[7] Mora Torres. Editorial Monografías. http://www.monografias.com/newsletters/472.shtml.
[8] http://www.laicismo.net/laicismo.htm
[9] Me atrevo a mencionar algunas siguiendo un documento que encontré en la WEB y del que me he aprovechado para este documento
[10] http://www.laicismo.net/laicismo.htm
[11] Wikipedia, la enciclopedia libre.mht
[12] http://www.laicismo.net/laicismo.htm
[13] ibídem
[14] Humberto Maturana.
[15] Paulo Freire.
[16] Vladimir Ilich Ulianov (Lenin). “El Estado y la Revolución”.
[17] Manfred Max Neef.
[18] Manfred Max Neef
[19] http://www.laicismo.net/laicismo.htm

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